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Me puse manos a la obra y trocee dos costillares bien hermosos, los salpimente y los dore en aceite de oliva con unos ajitos picados. A partir de ahí; añadí un par de chorizos de buena calidad cortado a taquitos y lo refrei todo junto a una cucharadita de orégano, otra de tomillo, dos de pimentón dulce y una de picante, eso si cuidando que el pimentón no se queme y amargue el guiso por lo que inmediatamente lo cubrí con un vino blanco del Condado mas un par de cucharadas de vinagre y lo maree bien todo. Continué guisando con la olla tapada a fuego lento hasta que la carne estaba en su punto que es ni mas ni menos cuando esta se despega del hueso.
Corte a cascos 2 kilos de papas nuevas y se las añadí a la carne, agua hasta cubrir, lo rectifique de sal y lo deje hervir todo a fuego medio hasta que las papas estuvieron tiernas. Deje reposar el guiso sobre una hora mientras tomábamos unos sustanciosos avisillos*. Pasado ese tiempo, procedimos al homenaje definitivo.
*Avisillos: Así llamaba Quevedo en su novela "Vida del buscon" a lo que hoy en dia serian las tapas. Los denominaba "avisillos" por ser consumidos habitualmente como preludio de una comida principal.
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